La literatura es, y será siempre, un agitador de conciencias.
Desde 2020, cada 5 de abril se celebra el Día Internacional de la Conciencia, una jornada de concienciación establecida por la ONU, en julio de 2019 cuyo objetivo es fomentar la Cultura de la Paz entre la población mundial, puesto que «una paz fundada exclusivamente en acuerdos políticos y económicos entre gobiernos no podría obtener el apoyo unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y que, por consiguiente, esa paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad».
En la cultura de paz, el concepto de paz adquiere su sentido más amplio y profundo: el rechazo de la violencia en todas sus formas; el respeto por la vida y los derechos de las personas, y la adhesión a principios fundamentales como democracia, libertad, justicia, igualdad, tolerancia o solidaridad. Todo ello sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
La cultura de paz se construye a través de iniciativas educativas, culturales y sociales que impliquen y conciencien a la población de la necesidad de establecer relaciones pacíficas y respetuosas entre las naciones y los territorios del planeta.
En este sentido, una vez más, vale la pena destacar la capacidad de la literatura para agitar conciencias, tender puentes y promover los principios fundamentales con los que sustentar las sociedades y la convivencia de sus habitantes.
TODO ES CUESTIÓN DE CONCIENCIA ❤️
En la cultura de paz, el concepto de paz adquiere su sentido más amplio y profundo: el rechazo de la violencia en todas sus formas; el respeto por la vida y los derechos de las personas, y la adhesión a principios fundamentales como democracia, libertad, justicia, igualdad, tolerancia o solidaridad. Todo ello sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
La cultura de paz se construye a través de iniciativas educativas, culturales y sociales que impliquen y conciencien a la población de la necesidad de establecer relaciones pacíficas y respetuosas entre las naciones y los territorios del planeta.
En este sentido, una vez más, vale la pena destacar la capacidad de la literatura para agitar conciencias, tender puentes y promover los principios fundamentales con los que sustentar las sociedades y la convivencia de sus habitantes.
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